jueves, 8 de julio de 2010

PECADOS PARA UNA BIOGRAFÍA


Sabido es que el verano quiebra la costumbre ácida de muchos meses de trabajo y dedicación. Ruptura celebrada. También en esta época, con los rigores climáticos, se rompe algo en nuestras entelequias. Avería que no deseamos. La sensatez se convierte en sinrazón, y lo que creíamos sólido y bien instalado en nosotros nos abandona sin miramientos. Más pendientes de los abanicos y de lucir el bronceado en los escaparates de las vanidades y más preocupados por lo que sentimos que por lo que hacemos sentir, dejamos que se funda el lacre que sella nuestro envoltorio humano. Sin máscaras, quedarán al descubierto las miserias que con tanto celo guardábamos. ¡Qué fastidio!

Esos serán los pecados que irán vistiendo y alimentando a este sencillo espacio que nace hoy en el obrador de las palabras, asistido por acontecimientos ciertos y por lo que se ve y se oye en el infierno abrasador de la calle. Lo digo así, sin tapujos y con la seguridad que fortalece la ausencia de temor, porque los jóvenes sin historia y sin miedo necesitan de los desvaríos que exigen arrepentimiento.

Los duendes de esta nueva etiqueta (REFLEXIONES), aprovecharán el aguijón de los tábanos y los bochornos estivales para sacar los colores a las caras cotidianas, presentadas en comentarios reales o de ficción. En ello van a colaborar, sin red, los personajes que pasen por aquí: unos, de mentira, esos que juran que siempre dicen la verdad; otros, literarios, los verdaderos, los eternos, los de toda la vida. Ellos serán capaces de ver y sentir, de emocionarse y comunicar, de plantear y servir inquietudes cuando el sol aprieta y hace que camisetas y pareos dejen al aire las vergüenzas callejeras en la sofoquina de las tardes y las noches.