miércoles, 22 de abril de 2020

DEMASIADAS GUERRAS



           Antes había paredes construidas con piedras toscas, unas sobre otras, sin ningún tipo de mortero o argamasa. Así era frecuente oír: «cuando una piedra cae, no se cae sola». Algo similar nos ocurre ahora. Estamos en guerra contra el Covid-19, donde ya hemos perdido más vidas humanas de las que nadie podía imaginar. Esta contienda, general, no es la única.

            Los políticos, los del gobierno y los contrarios, libran entre ellos otra guerra, ideológica, partidista. Actitud irresponsable, a la que ojalá pongan fin de una vez. Más allá de sectarismos, deben unificar fuerzas y empujar todos en la misma dirección. España necesita que zanjen sus batallas, pacten cometidos y busquen soluciones urgentes para los problemas que tenemos encima y los que vendrán.   

            A las discordias políticas se suma la guerra de los medios de comunicación. Vale que haya diversidad de opinión, enriquecedora si se expresa con respeto, pero han de transmitir el acontecer diario con rigurosidad absoluta, sin ocultar hechos ni desvirtuar la realidad. Esto último es abominable. También lo es que existan ataques entre algunos comunicadores, en defensa de intereses elegidos o impuestos. Ellos sabrán. Con lo uno y lo otro nos privan del derecho a estar informados.

            Además de esas guerras, hay otra declarada estos días en las redes sociales. Unos contra otros por contemplar el paisaje desde distinto balcón. Cada cual es libre de interpretar lo que ve, pero no deberíamos guerrear entre quienes, al final, pagamos la cuenta. Ojalá estas discrepancias solo sean producto del encierro, y cuando acabe sepamos unirnos en proyectos y consecución de objetivos comunes. Si no, nos costará salir de los escombros; somos víctimas de demasiadas guerras y se nos hunde el edificio, piedra tras piedra.    
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lunes, 30 de marzo de 2020

¡A CAVAR!

Los gobernantes irresponsables ¡A CAVAR!

               Si nuestros gobernantes hubiesen actuado a tiempo y con responsabilidad, no tendríamos los índices de infección y mortandad causados por el maldito Coronavirus. Este visitante, asesino y perverso, cruzó nuestras fronteras sin control ni pasaporte. Ahora nos tiene confinados, además de inmovilizar el mundo económico a nuestro alrededor. 

            Cada día aumentan los contagios y mueren más afectados en soledad, sin cariño ni atenciones profesionales suficientes, a pesar de que los sanitarios hacen más de lo que pueden, alentados por su vocación y por el sufrimiento de pacientes graves. Incluso los mismos médicos, enfermeros y otros especialistas son víctimas de la pandemia, que crece a una velocidad incontrolada.

            Todo esto por la incompetencia del gobierno. Intervino con ineptitud  al principio, y en estos momentos no resuelve los problemas con la diligencia que  requieren los contaminados. El propio presidente, Pedro Sánchez, ha aceptado que la gestión de aprovisionamiento de material clínico la hicieron con retraso. Esa ineficacia ha angustiado tanto al pueblo llano, que muchos empresarios y particulares están regalando esfuerzos y material para fabricar mascarillas, batas y hasta respiradores.

            ¿Qué podemos esperar de políticos así? ¡Nada! Pero cuando salgamos del encierro sí debemos hacerles pagar su inoperancia. Nuestro voto ha de privar de cargos y privilegios a los culpables y a sus asesores, al senado en pleno y a cuantos cobran por nada. Que se vayan a la España vaciada, labren las tierras baldías y suden el pan que se coman. Y que no dejen de cavar hasta que encuentren el verdadero origen del virus. Cuesta creer  el cuento de los murciélagos, las serpientes y otros especímenes originarios de este engendro que nos mata.     
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martes, 26 de marzo de 2019

LOS PUEBLOS SE MUEREN

Los pueblos, cada vez más desiertos

España no necesita gobernantes al servicio de ideologías políticas, sino gestores que velen desde la mañana a la noche, incluso cuando duermen, por el bien de los ciudadanos. Sí, ya sé, lo he dicho muchas veces, y lo repetiré mientras no vea que el único objetivo de quienes nos representan sea ese, trabajar por el pueblo.

Para ello, bastaría con que se dieran un paseo por nuestra geografía, ahora que es el momento de anotar en sus cuadernos las tareas que deben afrontar. En esa excursión, que harán en coche, en bici o en burro, como quieran, porque deben pagársela ellos, verán problemas que crecen cada día.

Sí que han visto que en las grandes capitales, como en Madrid, la contaminación crece. Ante eso ya han limitado la circulación de vehículos en el centro, a costa de crear muchos im­posibles a profesionales y visitantes. Han visto que los alquileres están creciendo. Esto ocurre porque la población de Madrid se está masificando y las economías familiares no permiten comprar una vivienda. En este caso no hacen nada.

En ese paseo del que antes hablaba, verán que, al contrario de lo que ocurre en la capital, los pueblos de provincias están vacíos, abandonados, muertos. Los jóvenes se van con sus humos a Madrid, y solo quedan los mayores, cada vez menos y, en consecuencia, más casas que acaban en ruinas.

Es el momento de que nuestros administradores equilibren estas diferencias. Tienen que reactivar el medio rural para evitar la despoblación que sufren. Duele ver cómo no han planteado soluciones ya: facilitar el establecimiento industrial y comercial, primar las explotaciones agrícolas y ganaderas… Cualquier cosa para frenar la desertización que padecen los núcleos donde siempre hubo vida. ¡Ya no!
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jueves, 23 de junio de 2016

EL CAMBIO NECESARIO

Cuando el tejido económico y social está como está
el cambio es imprescindible.

Nunca antes titulé así una de estas reflexiones, ¡faltaría más!, pero sí que he transmitido con más frecuencia que eficacia los deseos que todos tenemos de cambiar. Lo expresamos en cada brindis, siempre con agua; no hay para güisqui. Todos queremos corregir, para bien, el mal rumbo que llevamos. Los políticos también dicen que van a hacer cambios  importantes en nuestra democracia, pero no explican cómo. Solo se disputan el poder desde las antípodas de la ciudadanía. Los que pagamos tenemos bien claro los cambios urgentes que necesitamos. Para empezar, los políticos deben aceptar bajo juramento los siguientes DEBERES:

Deshacerse de su ideario partidista, velando por  el bien exclusivo de los gobernados; ponerse de acuerdo para luchar juntos por  los objetivos prometidos y que no cobren hasta haberlos conseguido; el que muestre cualquier atisbo de prevaricación, de vagancia o, simplemente, mienta debe irse a la calle; ningún político estará en el cargo más de dos legislaturas, y sus derechos y privilegios serán idénticos a los de cualquier trabajador cesante; procurar una justicia libre y bastante, que interprete la ley puntualmente, garantizando la misma calidad para todos los grupos y estamentos sociales; han de perseguir con contundencia y en todo momento a los  corruptos y sus encubridores, exigiéndoles la restitución de lo que no les pertenece,  inhabilitarles de por vida para cargo público y  encarcelarlos, haciéndoles sufragar todos los gastos de su alojamiento y manutención… Esto solo sería el principio.

Los gobernantes que estén dispuestos a cumplir estas obligaciones, además de otras y las propias de sus cargos, estarán en condiciones de formar un gobierno de cambio. Los demás no interesan. No sirven.

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martes, 5 de abril de 2016

EN PROCESIÓN PERMANENTE

Deberían ir encadenados, por perseguir solo su bienestar personal.

            A miles de kilómetros llegaron las imágenes de misas y procesiones de Semana Santa, además del doloroso zarpazo del terrorismo, en esta ocasión desde Bélgica. Algunos políticos elevaron su protesta puntual a instancias de la prensa pagada, pero no todos respondieron con el mismo tono. Tampoco en eso se ponen de acuerdo. No los volvimos a ver en esos días. Quizá prefirieron flagelarse como costaleros o cumplir sus penitencias descalzos, con capirote y arrastrando cadenas.  Quién sabe. Lo que sí sabemos es que todavía no han constituido el gobierno que surgió de las urnas el 20-D. No nos tienen ningún respeto. Así, con ese rumbo torcido, encallaremos en el  peor puerto después de contabilizar irreparables pérdidas. 
Por poner algún ejemplo, más del 90% de los contratos que se firman son temporales, y el 31% a tiempo parcial, porcentajes que han experimentado una regresión considerable en los meses de desgobierno, por más que digan que el paro ha descendido. Como siempre, el más perjudicado es el trabajador, despreciado por gobernantes y  dirigentes sindicalistas. A estos apuntes hay que añadir la retirada de capitales extranjeros invertidos en España. Los inversores no se fían. Por ese motivo, en 2015 la riqueza ha disminuido en 70.200 millones de euros, lo que supone un 10% menos que en ejercicios anteriores. En el mundo también han bajado estas cifras, pero solo el 3%.
Son datos aclaratorios, agravados en el último trimestre. Todo sería distinto si estuviésemos representados por quienes de verdad persiguen el bienestar social, y no por los que solo aspiran a intereses personales y partidistas, que deberían ir en procesión permanente, como penitentes de verdad: descalzos y encadenados. No estaríamos como estamos, retrocediendo en una pendiente sin frenos ni control. 
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sábado, 5 de marzo de 2016

NO NECESITAMOS POLÍTICOS ASÍ

         



Su compañero y él son los únicos que cumplen con sus cometidos

   Con las últimas tormentas, muchas carreteras se cubrieron de hielo y nieve. Los coches, para llegar a sus destinos, necesitaron cadenas en algunos tramos, además del esfuerzo y  la pericia de los conductores. Es lo mínimo, máxime si de esa actitud depende la integridad de los pasajeros. En situaciones así, a nadie con un mínimo de responsabilidad se le ocurre parar en un área de servicio para charlar con los colegas de sus cosas y del mal tiempo  que hace.
            Desde el 20D, España está sufriendo una virulenta tempestad social, de gestión, muy delicada. Todo está en el aire. Nada es definitivo, sino provisional y en funciones. En función de los sacrificios de los timoneles elegidos, llegaremos a buen puerto o naufragaremos sin remedio. Pero ya se sabe, cuando un político está «en funciones» no está en ningún sitio. Y sabemos también, porque así nos lo han demostrado, que no están haciendo nada para unir fuerzas y  sacar a España del ventisquero en el que ellos mismos nos han metido.
            Invitándonos a ver no sé qué película, se entretienen en pactos de ficción, con una trama conflictiva sin desenlace ni coherencia. Después de dos votaciones de investidura solo han aclarado una cosa: no les importa un suspiro el bien de los votantes ni el contexto social, con todas sus generalidades, del país al que se deben. Nada. Eso no les produce ningún escalofrío. Salvo excepciones, solo pretenden salir del vendaval para sembrar en tierra de todos sus cosechas partidistas. ¡No necesitamos políticos así! Mejor dicho, no necesitamos políticos. Necesitamos gestores que trabajen sin descanso en beneficio de los españoles, dejándose en casa la insignia y las cadenas ideológicas que tanto les atan. ¿Es esto una utopía? No. Sobran ejemplos en la historia reciente.
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martes, 17 de junio de 2014

TIENEN QUE IRSE


La violencia deshace los causes de solución

La situación en España es  insostenible, digan los políticos lo que digan. Es imprescindible que se produzca un cambio cuanto antes. La necesidad de esa transformación urgente la constatan multitud de negocios cerrados y muchos trabajadores en paro, desesperados, que buscan entre la basura algo que comer. Eso por no hablar de los desequilibrios psíquicos con consecuencias brutales, algunas luctuosas. 

            Sí. El rumbo de la sociedad actual tiene que ser otro, pero debemos rastrear los nuevos caminos con las claras del día, no cubriendo los horizontes con el humo de la sinrazón y el estruendo de escaparates rotos. Así no. La violencia deshace los cauces de solución, y los gérmenes de la nueva era nunca llegarán a la fertilidad democrática, que es donde debe florecer el modelo social y político que tanta falta nos hace y tan poco laboramos para conseguirlo.

            Bueno, algo se ha hecho. En las Elecciones Europeas, los dos partidos mayoritarios, gobierno y oposición, han visto empequeñecida su presencia parlamentaria. Su ineficacia y la corrupción —practicada o consentida— han hecho que el electorado pierda confianza. Han fallado y deben irse. Ya no van a cambiar. Al margen de la crisis, han tenido tiempo para corregirse y corregir el destino de todos los españoles.

            Hay que insistir en la demanda de nuevas fórmulas de gobierno, pero con cuidado para no caer en los errores del pasado, dejándonos llevar por cualquier alternativa sin antes conocer la verdad de sus objetivos. Luego exijamos a los nuevos mandatarios que velen en exclusiva por los gobernados, no solo por los gobernantes, y después que firmen su cese, sin fecha, para que sean retirados sin ningún privilegio cuando no hagan bien su trabajo. 
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