jueves, 27 de enero de 2011

MÁS INJUSTICIAS

Los servidores públicos que no cumplan con su deber, ¡a los leones!

No voy a seguir con las injusticias que sufren los fumadores y los que no fuman. Ya está bien de tanto humo. Sin embargo, si que voy a seguir reflexionando sobre los desafueros de otras leyes o costumbres con rango de ley.

Me dio la idea Francisco Matilla, personaje de EL PREMIO (clic para leer). Sus quejas sobre las diferencias sociales y económicas parten del debate mantenido entre los políticos acerca de sus sueldos y las pensiones que cobrarán después de pasar por los escaños del Congreso o del Senado.

Los mandatarios públicos cada vez hacen menos uso del consenso cuando trabajan en beneficio del contribuyente. Sin embargo, para fijar sus asignaciones y prebendas la unanimidad es inmediata.

Cualquier currito de los que cogemos el metro cada mañana tampoco discutiríamos con los compañeros de turno para pactar unas retribuciones fijas superiores a cinco mil eurazos; eso sin contar con los gastos de libre disposición o los tapabocas, que ni se ven ni cotizan. ¡Hay que jeringarse! Y encima, con once añitos de permanencia, cobran el 100% de la pensión máxima. Algunos, con un cinismo sin atisbos de vergüenza, se atreven a decir que es lo justo, dada la importancia y los sacrificios que les exige el trabajo.

A cualquier trabajador nos pone el sueldo el jefe que nos paga, y si no cumplimos, a la puñetera calle. ¿Por qué los políticos tienen que ser distintos a los demás? Otra injusticia.

Si no cambian las leyes y los ciudadanos no podemos poner el sueldo a nuestros servidores públicos y prescindir de ellos por ineptos, sin necesidad de elecciones, tendremos que repasar la biografía del Marqués de Esquilache. Quizá nos aporta ideas sobre lo que convendría hacer.
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jueves, 20 de enero de 2011

FUMADEROS

El humo es lo único que pulula con plena libertad.

Los responsables del orden todavía no han acabado con los grupos que se reúnen de día o de noche para beber en plena calle, y ahora, además, tendrán que ocuparse de los pobres fumadores, ateridos en rincones callejeros, casi clandestinos, donde dejan las toses, las colillas y sus malos humos.

La nueva ley antitabaco, que como tantas cosas palaciegas se ha hecho a plazos y mal, también ha quedado incompleta: no contempla la posible existencia de fumaderos. ¡Mecachis! ¿Dónde se toman sus güisquis los bebedores? ¿Dónde buscan la suerte los tahúres? ¿Dónde se juega a los bolos? O ¿dónde se practica el amor de pago? Cada actividad, cada vicio, tiene su escenario. Cuesta entender por qué los fumadores no tienen, como todos, su espacio.

Con esto se pone de manifiesto, otra vez, la ineficacia de esta ley y su contenido discriminatorio. Los legisladores podrían haber legalizado los fumaderos y, de paso, inventarse un canon especial para hacer caja. ¡Qué ineptos!

No han sabido preservar todos los derechos de los no fumadores, y encima coartan la libertad del que quiere fumar. En primer lugar, los que no fuman tienen que aguantar el parloteo de los fumadores en la calle a cualquier hora, la presencia del humo —el único que pulula con plena libertad— y el decorado que pintan las colillas por los suelos. A todo esto, a los del cigarro no se les facilitan las cosas para que puedan envenenarse a su gusto; eso si, sin molestar a nadie.

Quizá lo que pretende esta ley es que los fumadores dejen el tabaco y se libren de enfermedades y sufrimientos. Si es así, que se diga abiertamente y, en lugar de abrir fumaderos, que acaben con las tabacaleras y cierren los estancos. ¿Lo uno y lo otro? Las leyes no serán tan torpes, no; pero algún día…
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jueves, 13 de enero de 2011

LOS BANCOS INMOBILIARIOS

Hay casas que nadie las compra; otras, como esta, no se venden

Expreso mi agradecimiento más sincero a los lectores que se han acercado a estas páginas. María Eugenia Adame, de Almendralejo, muy interesada, me pide que explique “por qué los bancos afectados por el sector inmobiliario ofrecen panoramas peligrosos” (Ver Jueves, día 30-12-10). A ello voy.

Todos sabemos que el negocio inmobiliario fue el motor de la economía española durante muchos años. Se construyó tanto, que en algunas capitales de provincias hay ahora más viviendas que habitantes. Muchas de esas viviendas están sin vender. Los compradores se apartaron del mercado cuando empezó esta crisis que padecemos en medio mundo.

La mayoría de las construcciones estaban financiadas a 80/20: 80% con préstamos hipotecarios subrogables a largo plazo; el 20% restante lo aportaba la empresa promotora. Ésta recuperaría su dinero, más los beneficios, cuando vendiera y firmara las escrituras de compra-venta, y a partir de ese momento los compradores devolverían al banco el préstamo, más los intereses, mediante cuotas y plazo pactados.

Con las casas sin vender, las empresas implicadas no pueden recuperar su dinero y los bancos, tampoco; pero estos siempre cobran. En este caso, con los pisos. Así garantizan su inversión y no descubren los ratios de morosidad, síntoma de ineficacia. Bien, pero muy mal, porque con esto los banqueros han incorporado a sus activos el valor de las viviendas que financiaron, pero no tienen dinero; y así no pueden dar crédito ni hacer préstamos a empresas que han sido siempre productivas, y que ahora, por falta de la financiación que siempre tuvieron, están cerrando y dejando a sus trabajadores en paro. Un panorama, como decía, peligroso y desolador, ¿no?

Creo que me he explicado con suficiente claridad.


(C) Alejandro Pérez García

jueves, 6 de enero de 2011

ASÍ NO PODEMOS BRINDAR (y II)

Por chorizo - por difamador.

Brindamos en Nochevieja, sí, pero sólo fue un simulacro para no velar la alegría de los más jóvenes, que no ven la sequía económica y de valores en los campos yermos de nuestra sociedad. El año se fue entre rabietas. Bien se encargó él de rompernos antes las muñecas para que no aplaudiéramos.

Yo sigo con mi copa Laveguilla,  creación única de mi amigo el ribereño Epifanio García del Pozo, autor del libro La Armedilla. Un Monasterio Olvidado, a cuyas sombras sigo reflexionando sobre las noticias que me sorprendieron el otro día en la cadena donde trabaja Luís Balín (*).

 Saltó otra vez el nombre de un alto cargo político que, presuntamente, habría metido la mano en la caja pública. Después de varios meses desde los primeros rumores, nunca más se supo. Si lo presunto fue probado, lo justo es que el ratero vaya a la cárcel. Pero si todo quedó en un bulo, también es justo que el difamador pague por ello, y se diga.

 Otra: Cada vez hay más violencia de género. Las autoridades se preocupan de hacer leyes que castiguen al agresor. Nunca serán suficientes, mientras no analicen las causas de estos desmanes y acaben con ellos. Es un mal social que no se cura solo con condenas. Prevenir, mejor que curar.

 Hablando de leyes, llama la atención el vacío legal sobre los derechos de autor, centrado en la descarga cibernética de obras de arte, especialmente de música, que está dejando en la miseria a compositores y empresas relacionadas con el sector: editores, distribuidores, tiendas, etc. Aquí, como en el caso anterior, la pena no hace justicia a la víctima.

Los casos comentados no animan a la fiesta, máxime cuando el contribuyente ve que sus impuestos no son aplicados con coherencia y eficacia. Así, ¿cómo vamos a brindar?
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(*) Si pinchas sobre lo subrayado y en negrita descubrirás otras lecturas.