Pitada al Himno de España, a la Bandera y al Rey
Todavía
recordamos la pitada que vascos y catalanes dedicaron, la semana pasada en El
Calderón, al Himno Nacional, a la
Bandera de España y al Rey. Desde la fila cero de la
neutralidad, el acto se tachó de vergonzoso.
No todos los espectadores dieron el cante con
sus silbidos. Había vascos estupendos y respetuosos; y catalanes majos también,
que, digan lo que digan, hasta se gastaron las pelas. Por ello, al margen de sus
ideologías, siempre respetables, merecieron la más alta consideración y un aplauso de los grandes,
aunque no se oyera. Los que silbaron lo hicieron con fuerza y algunos con cara
de mal yogur.
Si no les gustaba Madrid para Jugar la Copa del Rey, ni el Himno ni las autoridades, que
no hubiesen venido. Los ganadores no hicieron ascos al trofeo, se lo llevaron.
Tampoco renunciaron al potencial económico que ello suponía.
A nadie se le escapa que algunos políticos —siempre los políticos— calentaron el ambiente: unos animando a la
pitada, otros (la otra) amenazando con represiones. ¿Es que no saben hacerlo
mejor? ¡Qué vergüenza!
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