jueves, 29 de marzo de 2012

CON EL HAMBRE NO SE JUEGA

Si el hambre ocupa en la persona el lugar de la razón...

Todos sabemos que las reformas y los recortes no crearán empleo, por lo menos a corto plazo. El mismo presidente del Gobierno así lo ha reconocido. La huelga de hoy tampoco hará que España se ponga a funcionar a pleno rendimiento. La austeridad y las protestas han de alimentarse en épocas de abundancia. Ahora, hacer economía es sinónimo de reparto de miserias. Pero claro, cuando todo sobra los objetivos son otros, y nada tienen que ver con ahorrar, que es lo que procede en tiempos de bonanza. lo hacemos al revés. Así nos va.

Hay un refrán castellano que dice que “Quien de joven no ahorra ni trabaja, de viejo no come y duerme en paja”. Si es duro dormir en el suelo, más duro es pasar hambre, sobre todo si son niños los que se acuestan sin cenar. Un millón de personas pasan hambre en España. Es muy triste, más si pensamos que buena parte de nuestros impuestos van a tapar agujeros producidos por excesos, comilonas, gastos prescindibles y errores cometidos por quienes no merecen la confianza de los contribuyentes. ¿Qué pensarán de ellos los que hacen cola para recibir la caridad de un mendrugo de pan?

El hambre, como el paro, aumenta cada día. Las ONG que en silencio hacen frente a este problema, con los recortes, no podrán atender la necesidad primaria más elemental: comer. La ayuda pública para estos menesteres ha descendido un 5%, y se anuncian deducciones de hasta el 20%. Uno no se atreve a despejar la incógnita “x” en la siguiente ecuación: 5%/1000.000 = 20%/x. La resta presupuestaria es imprescindible en asignaciones económicas a cargos públicos, dietas, transportes, etc., pero con el sustento humano no se juega. Si el hambre ocupa en la persona el lugar de la razón, pueden producirse acontecimientos lamentables, que nunca olvidaremos.

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7 comentarios:

Alicia Uriarte dijo...

Cuando organismos internacionales hablaban del libre comercio como la receta mágica para solucionar todos los males del mundo, tendremos que recordar que justamente han sido las políticas neoliberales las que han conducido a la situación actual.
Una salida real de esta situación de hambruna, a la que nos avecinamos en algunos sectores, pasa por potenciar la soberanía alimentaria, devolver la producción de alimentos y el control de los recursos naturales (agua, tierra y semillas) a los campesinos, relocalizar la agricultura, controlar el comercio internacional y poner fin a la volatilidad de los precios alimentarios en los mercados nacionales. Con el hambre no se juega. Sólo así el acceso a la alimentación podrá ser un derecho para tod@s. Vamos casi nada. Recuperar lo que, por intereses de algunos, fuimos perdiendo. Una vaca de aquí, unos cereales de allí, cuotas de pesca en caladeros,…
Alex, creo que pronto hasta nos va a sentar mal ese humilde bizcocho de yogurt que solemos compartir. Es doloroso ver que a algunos les empieza a faltar el pan.

Un abrazo.

Alejandro Pérez García dijo...

Querida Alicia, partiendo del convencimiento de "Con el hambre no se juega", y uniéndote a él planteas un tema muy importante: mercados y globalización. Eso, además de los "ahorros" a los que nos someten en estos momentos de crisis y escasez, está gestando la situación de hambruna a la que, como muy bien dices, nos veremos condenados.

Si al menos en España tuviéramos un tejido productivo y empresarial eficaz resolveríamos el problema del hambre. Pero no. Han desmantelado la industria y la explotación agropecuaria. Así estamos obligados a comprar en un mercado global, exterior, al precio que nos imponen. Sólo nos han dejado el sol, que, a veces, parece que no sale para todos.

Hace tiempo vengo reivindicando -a nadie, claro, porque ¿quién soy yo?- la necesidad de rescatar de los olvidos del barbecho las tierras de cereal, de huerta, de frutales, de forraje, de olivares, de viñedos... y que nuestros mercados autóctonos vuelvan por sus fueros, aunque solo sea para el autoabastecimiento. Nada más lejos. Teníamos que integrarnos en el progreso económico, porque gozamos de fuerza y atributos para estar donde los más cualificados; claro que sí, pero no a cualquier precio. ¡Qué precio!

Solo nos queda esto, Alicia, la reflexión, la protesta, la palabra, la indignación... Pero claro, con eso solo no comemeos. Algo se nos ocurrirá. No nos rindamos.

Un abrazo fuerte.

Alex

Anónimo dijo...

Hola Alejandro. Estoy muy de acuerdo con todo lo que planteas. Nunca he podido entender porqué se han arrancado viñas, olivos, no se permite obtener toda la leche que se quiera o cosas por el estilo, mientras tanto hay gente con hambre, pero hambre de lo básico, aunque mucha gente no se lo crea. UN ABRAZO
MARISOL

Mari Carmen Azkona dijo...

Querido Alex, hoy he tirado a la basura una bandeja de comida porque estaba en mal estado. Me he acordado de tu entrada y me he sentido muy mal. Cuánta comida tiramos porque se queda en un rincón de la nevera o porque se ha pasado la fecha de caducidad. Compramos en exceso y tiramos en demasía, mientras la gente se muere de hambre. Sé que esto no solo me ocurre a mí.

Creo que, de además de quejarnos sobre la explotación agropecuaria, el mercado global, las cuotas de caladeros..., que es licito, también tenemos que cambiar muchos de nuestros hábitos de conducta.

Con el hambre no se juega, no lo hagamos nosotr@s.

Besos y un fuerte abrazo.

Mari Carmen Azkona dijo...

Alex, estoy leyendo el libro de Enrique “Mentidero de Madrid”, y hay un poema que sé que te va a gustar. Creo que es adecuado para acompañar todas estas entradas, tan clarificadoras, con las que nos premias.

CALLE DE ECHEGARAY
(Antes calle del lobo)

Nadie debería soportar más peso
del que tiene su propia dignidad.

Impedid que los lobos acumulen
la conciencia y la vendan como suya.
Son lobos mercaderes, ya sabéis,
mercachifles del mundo, poderosos
ahítos de soberbia, tomadores
del dos, del tres, de todo, con permiso
de otros que más que lobos son raposas.
Disfrazados de honor y de justicia,
revestidos de leyes a su altura.
Su dignidad solo es poder,
no pesa nada, es pluma, polvo y aire;
los aligera y los encumbra siempre
por encima de todo lo que es justo.

(Los lobos aullarían por la comparación)

Qué razón tiene Enrique, ¿verdad? los lobos aullarían...

Besos y un fuerte abrazo

Alejandro Pérez García dijo...

Querida Marisol:

Los políticos y autoridades económicas toman decisiones que no siempre se comprenden; entre otras cosas, porque no saben o no quieren explicar. Cuando España entró en la Comunidad Europea tuvimos que asumir una serie de compromisos impuestos por el Mercado Común. Entre esas exigencias, como bien sabes, estaban las relativas a las cuotas de producción de los países miembros. En España tuvimos que olvidarnos de actividades agropecuarias -hoy con las nuevas tecnologías serían rentables- y otros sectores industriales (siderurgia, naval...) en beneficio de otros países productores. Ese fue nuestro peaje. Y ahora no producimos nada que nos pueda aportar algo propio con que mitigar tantas carencias básicas. Un lío, Marisol, del que solo entendemos las consecuencias, nefastas como tantas.

Un abrazo. Mañana nos vemos.

Alejandro Pérez García dijo...

Querida Mari Carmen:

Tienes razón. Conociéndote, sé cómo te sientes ante cualquier comportamiento que perjudique a los demás. A todos nos pasa. La calidad bien entendida empieza por uno mismo, pero nos olvidamos de ello. Igual nos olvidamos, entre la abundancia que nos rodea, de las necesidades ajenas, que serían cubiertas en buena medida con lo que nosotros despreciamos. Si fuésemos más cuidadosos -todos, yo tampoco me salvo- remediaríamos muchos males, en el aspecto alimenticio y otros. ¿Has pensado la cantidad de ropa y zapatos que compramos y desechamos porque se nos pasan de moda en los armarios? Y los caprichos, en los que gastamos una pasta, para luego olvidarnos de ellos como hacen con los juguetes los niños mal criados. Sí, tenemos que cambiar nuestros hábitos. Sin ese ejemplo en nuestro discurso, nuestras instancias no tendrán la fuerza deseada. Nunca es tarde para cambiar. Hoy puede ser el día.
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La Calle de Echegaray, la que fue Calle del Lobo. ¡Amén! Es lo único que se me ocurre decir cada vez que leo este poema. Nuestro poeta, querido y admirado, podría haber echo un panegírico sobre la figura del ilustre hijo de Madrid, don José Echegaray. Seguro que habría despertado agrados y favores del foro postinero, capitalino. Pero no, el señor don Enrique Gracia, que huye del verbo fácil si con ello dice más y traspasa el zaguán de lo esperado, con ingenio fino y olfato de rastreador avezado, nos habla de la jungla urbana y de lobos que la gobiernan, lobos depredadores, "ahítos de soberbia y disfrazados de honor y de justicia". Lobos. Nos habla de lobos. ¿Qué nos iba a contar en sus versos, comunicándose la Calle del Lobo con la Carrera de San Jerónimo? La Carrera de San Jerónimo, con descanso en la Plaza de las Cortes, mentidero y solana de los diputados -lobos con piel de cordero-, "revestidos de leyes a su altura". Son los inquilinos morosos de una cueva custodiada por leones. Todos la conocemos, está en ese sitio tan castizo, donde -paradojas del destino-, según cuentan las crónicas, estuvo la iglesia del Espíritu Santo. Desde allí nos llegan sus aullidos, cada uno con su mordida.

Otro día te contaré la leyenda ambientada en la Calle del Lobo, cuya acción se distribuye entre personajes varios: Un cazador, un lobo disecado, una viuda y su hijo y la Viregen de las Maravillas y la de la Paloma.

Hoy las hambres y los lobos solo me han dejado voz para agradecer tus aportaciones llenas de interés, como siempre, y expresarte mi admiración y cariño.