Antes
había paredes construidas con piedras toscas, unas sobre otras, sin ningún tipo
de mortero o argamasa. Así era frecuente oír: «cuando una piedra cae, no se cae
sola». Algo similar nos ocurre ahora. Estamos en guerra contra el Covid-19,
donde ya hemos perdido más vidas humanas de las que nadie podía imaginar. Esta
contienda, general, no es la única.
Los políticos, los del gobierno y
los contrarios, libran entre ellos otra guerra, ideológica, partidista. Actitud
irresponsable, a la que ojalá pongan fin de una vez. Más allá de sectarismos, deben
unificar fuerzas y empujar todos en la misma dirección. España necesita que zanjen
sus batallas, pacten cometidos y busquen soluciones urgentes para los problemas
que tenemos encima y los que vendrán.
A las discordias políticas se suma
la guerra de los medios de comunicación. Vale que haya diversidad de opinión,
enriquecedora si se expresa con respeto, pero han de transmitir el acontecer
diario con rigurosidad absoluta, sin ocultar hechos ni desvirtuar la realidad.
Esto último es abominable. También lo es que existan ataques entre algunos
comunicadores, en defensa de intereses elegidos o impuestos. Ellos sabrán. Con
lo uno y lo otro nos privan del derecho a estar informados.
Además de esas guerras, hay otra
declarada estos días en las redes sociales. Unos contra otros por contemplar el
paisaje desde distinto balcón. Cada cual es libre de interpretar lo que ve,
pero no deberíamos guerrear entre quienes, al final, pagamos la cuenta. Ojalá
estas discrepancias solo sean producto del encierro, y cuando acabe sepamos
unirnos en proyectos y consecución de objetivos comunes. Si no, nos costará
salir de los escombros; somos víctimas de demasiadas guerras y se nos hunde el
edificio, piedra tras piedra.
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