jueves, 19 de enero de 2012

PAN PARA TODOS

Si produjéramos más y repartiéramos lo que sobra, el mundo sería distinto
         
          Hasta ahora los políticos solo se ocupaban de llegar al poder con los mejores resultados, administrar los gastos de todos con ingresos ajenos y terminar sus mandatos, sin mucho esfuerzo, con unos derechos adquiridos de por vida. No señor. Los administrados no podemos seguir consintiendo esto.         Los políticos, para recuperar los cuatro pelos de credibilidad que les quedaban,  han de tener una visión global y remediar los mordiscos de la escasez. Si los ministros, los diputados, los senadores salientes y otros desocupados se dedicaran a labores agropecuarias, como dije con acento utópico en mi entrega anterior, se crearían algunos excedentes. No importa, no estamos solos en el mundo. Los gobernantes tienen que mirar más allá de sus escaños y asumir una obligación de la que hasta ahora se han desentendido: distribuir la riqueza, que es tan importante como administrar bien lo escaso. Hablar de eso ahora  puede sonar a pura ficción, pero no. 
            
         En el mundo hay muchos países paupérrimos donde todos los días mueren cantidades ingentes de niños por desnutrición. Ellos deberían ser los destinatarios de lo que sobra en las despensas robustas. Qué bonito, y qué mundo más distinto si viéramos que quienes ostentaron cargos públicos, en lugar de llevárselo crudo, sudaran un poco para que pudieran cocinar y comer todos los días quienes siempre tuvieron el fogón apagado. Sería una forma de probar que están, sin tapujos, al servicio de la sociedad. También demostrarían que la hambruna causante de tantas muertes en el mundo no es, para nada, cosa de Alá ni de Zeus ni de Apolo ni de otros dioses de la divinidad, sino de “dioses” humanos, con doctrinas dinerarias, que no comparten lo que tienen, tampoco lo que sobra. Venga, señores, ¡a currar! Y que haya pan para todos.  

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SI LEES ESTO, TE INVITO A JAMÓN

4 comentarios:

Emilio Porta dijo...

Si todos llegan a tener pan...te acepto esa invitación pública, Alex. La realidad me temo que va a ser muy otra en muchos años. La insolidaridad, el egoísmo - y también la ceguera, pues las cañas de separación no van a aguantar eternamente y puede que, algún día sean aplastadas - en fin...todo lo que hace que no veamos al de al lado - y menos todavía a aquellos de los que nos separan miles de kilometros. Los políticos....si no son más que piezas de un escenario que no puede cambiar porque cualquier intento de cambio conllevaría su fulminación por tantos intereses sin alma y con poder que hay, hoy, en el mundo.

Alejandro Pérez García dijo...

Este mundo está perdido, Emilio. Mientras sólo veamos a nuestro alrededor el valor del dinero, nuestros ideales no van a encontrar acomodo y la vida nunca será como debería ser. La indignación, contaminada por los poderes, no nos provoca lo suficiente para tomar medidas definitivas; los políticos no van a cambiar nunca mientras el electorado no copie de los islandeses y, por otra parte, al sistema capitalista le interesa que todo siga como está para que sus negocios no dejen de crecer a costa de empobrecer al pueblo. Un pueblo, además, individualista, que no ve más allá de su (falso) bienestar. No mira al vecino; mal volverá la vista a los más lejanos ni hará nada para que haya pan para todos. Así no va.

Gracias, querido amigo, por estar siempre. Te has ganado la merienda. pincha en "JAMÓN". Un abrazo fuerte.

Alex

Mila Aumente dijo...

Ojalá hubiese pan para todos. Me temo que ni lo hay ni lo habrá nunca. Esta es la otra cara del mundo. Esa que no vemos, o no queremos ver, los que estamos al otra lado.

Habrá que confiar el los políticos... ¿Qué otra cosa podemos hacer?

Un beso.

Alejandro Pérez García dijo...

Sí, querida Mila, los políticos no hacen lo que tienen que hacer. Ellos son los culpables de muchas cosas. Todos pagaremos la condena que merecemos por no saber elegirlos ni transmiterles el mandato que pretendemos. También contribuimos, desde nuestro egoísmo, a que no haya pan para todos.

Como siempre, agradezco tu compañía y el gesto amable de tus palabras, Mila.

Besos.

Alex