Los bancos siempre exigen avales. Llegado el caso, hay que pedir lo mismo que ellos
Lamento comprobar que lo explicado en mi artículo “Los bancos inmobiliarios”, publicado en esta misma etiqueta el día 13 de Enero/2011, ya se haya hecho realidad en empresas de Nueva Rumasa.
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Así hemos visto cómo los bancos ceden los capitales que reciben de terceros, con una fecha fijada para su reintegro o devolución. Pero resulta que ahora, por los motivos expuestos, no pueden cumplir con sus compromisos, tampoco pueden prestar. Los propios ejecutivos de algunas entidades no han cobrado sus pluses de producción.
Esa falta de liquidez puede originar la intervención o quiebra de algún banco o caja de ahorros, con los consiguientes perjuicios económicos para todo el país. Pero antes de irse a pique, las entidades afectadas buscarán dinero a cualquier precio. Volverán las “guerras de pasivos”, un río revuelto donde ganarán los afortunados que hayan podido ahorrar. Ellos dispondrán de la materia prima codiciada por las entidades financieras, y recibirán ofertas tentadoras para suscribir productos de elevada rentabilidad.
Los que tengan huchas acaudaladas deberán valorar la calidad más que la cuantía en sus operaciones. El ahorrador es quien presta su dinero al banco y, por ello, deberá pensar un poco como los bancos. Lejos de la letra pequeña, hay que requerir avales donde queden cautivos/pignorados bienes reales, no sólo del propio banco también de los principales gestores responsables. No es ninguna locura. Ellos lo hacen siempre; no sólo quieren asegurarse la capacidad de reembolso, además amarran la recuperación de su dinero con los bienes y los males de toda la parentela. Llegado el caso, hay que exigir lo mismo que ellos. Si los consumidores tienen que asociarse, que lo hagan. Eso mejor que pagar los rotos de otros.
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