jueves, 2 de septiembre de 2010

PROFETAS

Un servidor público, anónimo, que también merece ser profeta. 


Ayer invité a Heriberto y a Pepote a comer en la Sierra de Madrid. Estando tan lejos, creí que no aceptarían, pero sí. Cuando les dije que necesitaba ayuda para apurar unas botellas de Chacolí y brindar por dos amigas, aceptaron sin vacilar.

Ellos se hicieron amigos y yo pasé un día feliz. Pepote se mostró ilusionado con la Vuelta Ciclista a España, y muy contento con los conciertos de Don Áureo Herrero, con los paisajes de El Barraco y, sobre todo, con los barraqueños, que son muy hospitalarios, dijo.

Heriberto, tan capitalino él, no entendía el refrán “Nadie es profeta en su tierra”. Se lo explicamos. Muchas veces damos más importancia a los méritos ajenos que a los de un próximo. Cuando llega a un pueblo cualquier famosillo a pregonar las fiestas o a ponerse en la foto de una inauguración, los lugareños le aplauden, le llenan la andorga y hasta le regalan un jamón de los buenos. Mientras, el paisano ilustre quedará en el olvido.

Por suerte, hay excepciones. A Carlos Sastre, que ganará la Vuelta´2010, ya le esperan en El Barraco con fuegos artificiales y la banda de música; Don Ramiro Pato está celebrando el primer aniversario como Numerario de Honor de la Asociación Cultural Áureo Herrero, y a Iker Casillas le han nombrado hijo predilecto de Navalacruz, cuna de sus padres. Ellos sí que merecen ser profetas en sus pueblos, concluí.

Luego Heriberto, comprendiendo todo, nos hizo ver que el barrendero, que riega con sudor la limpieza imprescindible de nuestras calles, no recibe los parabienes de nadie ni nadie le convida a un vino; y que al enterrador, harto de ver cómo los lloros de otros acaban con sus alegrías, no le saludan ni sus parroquianos. Terminó pidiendo un aplauso para estos profetas anónimos, por sus méritos callados de todos los días.
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