Los pueblos, cada vez más desiertos |
España no necesita gobernantes al servicio de
ideologías políticas, sino gestores que velen desde la mañana a la noche,
incluso cuando duermen, por el bien de los ciudadanos. Sí, ya sé, lo he dicho muchas
veces, y lo repetiré mientras no vea que el único objetivo de quienes nos
representan sea ese, trabajar por el pueblo.
Para ello, bastaría con que se dieran un
paseo por nuestra geografía, ahora que es el momento de anotar en sus cuadernos
las tareas que deben afrontar. En esa excursión, que harán en coche, en bici o
en burro, como quieran, porque deben pagársela ellos, verán problemas que crecen
cada día.
Sí que han visto que en las grandes
capitales, como en Madrid, la contaminación crece. Ante eso ya han limitado la
circulación de vehículos en el centro, a costa de crear muchos imposibles a profesionales
y visitantes. Han visto que los alquileres están creciendo. Esto ocurre porque
la población de Madrid se está masificando y las economías familiares no permiten
comprar una vivienda. En este caso no hacen nada.
En ese paseo del que antes hablaba, verán que,
al contrario de lo que ocurre en la capital, los pueblos de provincias están
vacíos, abandonados, muertos. Los jóvenes se van con sus humos a Madrid, y solo
quedan los mayores, cada vez menos y, en consecuencia, más casas que acaban en
ruinas.
Es el momento de que nuestros administradores
equilibren estas diferencias. Tienen que reactivar el medio rural para evitar
la despoblación que sufren. Duele ver cómo no han planteado soluciones ya:
facilitar el establecimiento industrial y comercial, primar las explotaciones
agrícolas y ganaderas… Cualquier cosa para frenar la desertización que padecen los núcleos donde siempre hubo vida. ¡Ya no!
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