La violencia deshace los causes de solución
La situación en España es
insostenible, digan los políticos lo que digan. Es imprescindible que se
produzca un cambio cuanto antes. La necesidad de esa transformación urgente la
constatan multitud de negocios cerrados y muchos trabajadores en paro,
desesperados, que buscan entre la basura algo que comer. Eso por no hablar de
los desequilibrios psíquicos con consecuencias brutales, algunas luctuosas.
Sí. El rumbo de la sociedad actual
tiene que ser otro, pero debemos rastrear los nuevos caminos con las claras del
día, no cubriendo los horizontes con el humo de la sinrazón y el estruendo de
escaparates rotos. Así no. La violencia deshace los cauces de solución, y los gérmenes
de la nueva era nunca llegarán a la fertilidad democrática, que es donde debe
florecer el modelo social y político que tanta falta nos hace y tan poco laboramos
para conseguirlo.
Bueno, algo se ha hecho. En las
Elecciones Europeas, los dos partidos mayoritarios, gobierno y oposición, han
visto empequeñecida su presencia parlamentaria. Su ineficacia y la corrupción —practicada
o consentida— han hecho que el electorado pierda confianza. Han fallado y deben
irse. Ya no van a cambiar. Al margen de la crisis, han tenido tiempo para
corregirse y corregir el destino de todos los españoles.
Hay que insistir en la demanda de
nuevas fórmulas de gobierno, pero con cuidado para no caer en los errores del
pasado, dejándonos llevar por cualquier alternativa sin antes conocer la verdad
de sus objetivos. Luego exijamos a los nuevos mandatarios que velen en
exclusiva por los gobernados, no solo por los gobernantes, y después que firmen
su cese, sin fecha, para que sean retirados sin ningún privilegio cuando no
hagan bien su trabajo.
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