Se mueven muchos millones entre una patada al balón y otra al tobillo del contrario
Los políticos son como niños, lo quieren todo. Sin embargo, los pequeños crecen pero los gobernantes no cambian, y ya deberían mejorar sus hábitos. La crisis sería menos grave si cobraran el salario mínimo interprofesional más cuarto y mitad, suficiente para pagar el billete del metro, dar alguna limosna a los pobres que piden y ser generosos con esos mimos tan enternecedores, de "Cartón piedra", distinguidos con la palabra cálida y emocionada de Mari Carmen Azcona, gran escritora y amiga.
Tampoco los futbolistas deberían librarse de la austeridad, en beneficio de los más necesitados. Ellos son ricos. No pueden compararse con los ancianitos que juegan al tute, pues nada tienen que ver los goles con las bazas ni los capitales de los paraísos con las pensiones escasas. Es insultante que ese “negocio” mueva tantos millones entre una patada al balón y otra al tobillo del contrario, mientras hay familias que no comen caliente y/o están perdiendo el techo que los mantendrá hipotecados de por vida.
Si nos damos una vuelta por cualquier cárcel sentiremos mucha pena, pero también veremos que ser preso puede ser un privilegio. Esos huéspedes tienen alojamiento y comida, gratis total. Una pasta que pagamos todos. Ahí también cabe la tijera y, si se manejara bien, el ahorro sería importante. Un suponer: que los internos corran con sus gastos de estancia y manutención —como en otros países—, y la condena que la paguen trabajando en la conservación de carreteras, cuidando parques y jardines... Si alguno se escapa, peor para él, un rancho más y una litera libre para un indigente que la merezca o para un anciano huérfano de la Ley de Dependencia.
Esta reflexión es pura utopía, pero quizá alguien con poder la hace suya y la convierte en realidad. Quién sabe.